Esta historia apareció por primera vez en FactCheck.org.
By Saranac Hale Spencer, Jessica McDonald, Angelo Fichera and Lori Robertson, FactCheck.org.
Compendio SciCheck
En un video viral, un médico de Indiana afirmó sin fundamento que las vacunas contra el COVID-19, que han demostrado ser seguras y efectivas, “combaten mal el virus y permiten que el virus sea peor de lo que sería con una infección nativa”. También dijo, incorrectamente, que ninguna vacuna previene infecciones y que las personas previamente infectadas con el COVID-19 no se benefician de las vacunas, a pesar de estudios que sugieren lo contrario.
Historia completa
Actualización, 23 de agosto: El 23 de agosto la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer/BioNTech, la cual estaba previamente autorizada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para el uso de emergencia, recibió aprobación completa por parte de la agencia, para personas mayores de 16 años de edad.
Un aluvión de afirmaciones falsas y engañosas que minan las directrices de salud pública en torno al COVID-19 ha estado circulando ampliamente en las redes sociales.
El video, visto más de 4 millones de veces solo en YouTube, presenta a un médico de Indiana urgiendo a su distrito escolar a rechazar las directrices de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
El 27 de julio, los CDC recomendaron que todos (estudiantes, maestros, personal y visitantes) usen una mascarilla dentro de las escuelas, independientemente de si se han vacunado, citando la altamente contagiosa variante delta del virus que causa el COVID-19. Los CDC también han resaltado la importancia de la vacunación para traer a los estudiantes de vuelta a clases presenciales.
“La vacunación es la principal estrategia de prevención de salud pública para terminar con la pandemia del COVID-19”, según señalan las directrices de los CDC. “Promover la vacunación puede ayudar a las escuelas a retornar de forma segura a la enseñanza presencial y a las actividades extracurriculares y deportivas”.
Pero en una reunión de la junta directiva escolar de Mt. Vernon, el 6 de agosto, el Dr. Daniel Stock alegó que los CDC y otras agencias gubernamentales de salud “no se molestan en leer la ciencia” antes de hacer sus recomendaciones.
Luego Stock, quien dirige un consulta de atención primaria directa que vende vitaminas y suplementos en línea, se lanza a recitar afirmaciones populares pero cuestionables sobre las vacunas y los tratamientos contra el COVID-19 por casi seis minutos, para intentar persuadir a la junta escolar de saltarse las normas de salud pública. A continuación abordaremos algunos de sus puntos principales, la mayoría de los cuales hemos desacreditado antes.
Las cuentas de redes sociales que han compartido las versiones virales de este video son políticas, no médicas o científicas. Por ejemplo, Sebastian Gorka, quien fue asistente del ex presidente Donald Trump y presentador de un podcast conservador, compartió el video con su millón de seguidores en Twitter y publicó una versión que fue vista 1,8 millones de veces en Instagram. FactCheck.org contactó a Stock para obtener comentarios, pero no recibimos respuesta.
Acusaciones falsas sobre las mascarillas
Al abordar el uso de mascarillas, uno de los blancos más comunes en los intentos de entregar información errónea sobre el COVID-19, Stock le dijo a la junta: “Entonces, cosas que deben saber sobre el coronavirus y todos los demás virus respiratorios: se propagan por partículas de aerosol, que por cierto, son lo suficientemente pequeñas para pasar a través de cualquier mascarilla”. Los estudios citados por Stock estaban en un dispositivo de memoria externa entregado a la junta escolar. No está claro qué estudios eran; Stock no devolvió nuestra llamada para obtener comentarios y el distrito escolar se negó a proporcionarnos una copia del contenido del dispositivo.
Cuando escribimos sobre una afirmación similar en abril, J. Alex Huffman, científico de aerosoles en la Universidad de Denver, nos explicó que “hay una amplia gama de tamaños de partículas emitidas cuando las personas respiran, hablan, cantan o tosen, pero el rango oscila entre decenas de nanómetros a cientos de micrones. La mayoría de ellos, aún después de la evaporación, son fácilmente removidos con buenas mascarillas”.
Los aerosoles y gotículas que transportan el virus son bloqueados por las fibras de una mascarilla cuando el aire pasa a través de ella, como explicaron en la revista Med la Dra. Monica Gandhi, doctora en enfermedades infecciosas y profesora de medicina en la Universidad de California, San Francisco, y Linsey Marr, profesora de ingeniería civil y ambiental en Virginia Tech que estudia la transmisión de enfermedades transmitidas por el aire.
“Las mascarillas funcionan bloqueando o filtrando los virus que son transmitidos en los aerosoles”, dijeron las autoras. El “aire debe curvarse a medida que fluye alrededor de las fibras individuales y apretadas del material, como un auto de carreras que gira entre los conos de una carrera de obstáculos. A medida que el aire se curva, los aerosoles que transporta no pueden tomar las curvas pronunciadas, y por lo tanto chocan contra las fibras o se acercan demasiado a las fibras y se adhieren a éstas”.
Como hemos explicado, ha habido una serie de estudios, particularmente en laboratorios, que muestran que las mascarillas pueden ayudar a reducir la propagación, aunque estos estudios tienen sus limitaciones. Además, el material, las capas y el ajuste de una mascarilla influyen en qué tan efectivas son.
Vale la pena señalar que las mascarillas no se consideran infalibles, sino una medida para ayudar a limitar la propagación del COVID-19. Para más información sobre las investigaciones en torno a las mascarillas, consulte nuestra historia en SciCheck “Nuevos hallazgos científicos sobre uso de mascarillas y COVID-19”.
Afirmación sobre aumento inmunológico no tiene sustento
Stock afirma que las vacunas contra el COVID-19 “combaten mal el virus y permiten que el virus sea peor de lo que sería con una infección nativa”. Stock culpa los brotes de COVID-19 a la “mejora viral mediada por anticuerpos”, una “condición que se produce cuando las vacunas funcionan mal, como lo hicieron en todos los estudios de coronavirus realizados en animales en coronavirus posteriores al brote de SARS y realizados en virus sincitial respiratorio”.
Como hemos explicamos anteriormente, ese tema, conocido como el aumento dependiente de anticuerpos de la enfermedad o ADE, ocurre cuando una infección o vacunación previa genera anticuerpos que no neutralizan el virus sino que mejoran la capacidad de éste de infectar células, lo que puede conllevar a una enfermedad peor en lugar de prevenirla.
Pero el ADE no ha sido un problema en los estudios en animales y los ensayos clínicos de las vacunas contra el COVID-19, sin mencionar su implementación en el mundo real.
De hecho, el fenómeno en cuestión fue observado en la década de los sesenta en un ensayo clínico de una vacuna contra el virus sincitial respiratorio (RSV, por sus siglas en inglés). Con respecto al trabajo de vacunas en coronavirus anteriores, un estudio de 2012 encontró que candidatas a vacunas para el coronavirus detrás del brote de SARS de 2003 causaron que ratones desarrollaran eosinofilia, un recuento alto de un tipo de glóbulos blancos, cuando se expusieron al virus vivo. Se encontraron problemas similares en ratones testeados con una vacuna candidata para MERS, otra enfermedad causada por un coronavirus.
Por eso los expertos en vacunas debatieron públicamente la necesidad de ser conscientes de posibles problemas de aumento cuando se comenzaron a investigar las vacunas contra el COVID-19 a principios de 2020.
“El aumento dependiente de anticuerpos fue una de las cuestiones de interés antes del desarrollo y de las pruebas de las vacunas”, nos dijo el Dr. Walter Orenstein, director asociado en el Centro de Vacunas Emory, en un correo electrónico. “Pero en todo caso, los datos muestran todo lo contrario. En general, las infecciones entre vacunados son más leves que las infecciones entre los no vacunados, en particular en lo que respecta a hospitalizaciones y muertes”.
La gran mayoría de las hospitalizaciones y muertes por el COVID-19 continúan siendo entre los que no están completamente vacunados, como muestra un análisis reciente de los datos de infecciones entre vacunados a nivel estatal de la Kaiser Family Foundation. (Por supuesto, como hemos explicado, mientras más y más población se vacune, la proporción de casos entre personas vacunadas también aumentará).
Al proponer que las vacunas empeoran la enfermedad, Stock también sostuvo falsamente que el brote de COVID-19 en Provincetown, Massachusetts, en julio, se debió de alguna manera a las vacunas.
“Por eso se está viendo un brote en este momento”, dijo Stock. “El 75% de las personas que tuvieron síntomas positivos de casos de COVID-19 en el brote de Barnstable, Massachusetts, estaban completamente vacunadas”, agregó entre aplausos.
Más tarde repitió su afirmación diciendo: “Esta vacuna supuestamente iba a hacer que todo esto desapareciera, pero de repente consiguió crear un brote de COVID-19 a mitad del verano”.
Pero no hay evidencia de que cuando ocurren los brotes se deban, o sean peores, debido a la vacunación. Por el contrario, los expertos dicen que las vacunas están haciendo su trabajo, evitando que los brotes sean más graves.
Stock distorsiona los hallazgos de un estudio publicado el 30 de julio en el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad de los CDC, que halló que el 74% de las 469 personas incluidas en el estudio, que se infectaron con el coronavirus después de estar en Provincetown durante la primera mitad de julio, estaban vacunadas.
Sin embargo, como explicamos anteriormente, la cifra del 74% es engañosa sin más contexto, y no significa que las vacunas no funcionan. Esto se debe a que, incluso con una vacuna muy eficaz, todavía se esperan algunos casos de COVID-19 entre personas vacunadas, y la proporción de casos entre los vacunados puede ser alta si gran parte de la población ha sido vacunada.
“El 74% debe situarse en el contexto de que una proporción muy alta de las personas expuestas fueron vacunadas”, nos dijo William P. Hanage, epidemiólogo en la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard. “Sugiere que sin la vacunación el brote habría sido mucho mayor”.
Si bien el brote de Provincetown ha obtenido mucha cobertura en las noticias, está lejos de ser el único brote de COVID-19 en el país, como insinúa Stock incorrectamente. Los casos de COVID-19 están aumentando en los EE. UU. a medida que se ha extendido la altamente contagiosa variante delta, pero particularmente en lugares con tasas bajas de vacunación. Solo una minúscula fracción de las personas que han sido vacunadas han muerto o se han enfermado gravemente de COVID-19, según datos federales y estatales.
Algunas vacunas reducen infecciones y contagios
Stock también afirmó falsamente que “ninguna vacuna … jamás detiene infecciones” y que las vacunas no hacen nada por la propagación, citando un brote de paperas en la Liga Nacional de Hockey en 2014.
“Ninguna vacuna evita que contraiga una infección”, dijo. “Usted se infecta, usted emite patógenos. Esto es especialmente cierto en el caso de patógenos virales respiratorios. Uno simplemente no desarrolla síntomas por ello. Por lo tanto, usted no puede detener la propagación, no puede hacer que estos números que planeó mejorar haciendo cualquiera de las cosas que está haciendo”.
Es cierto que la mayoría de las vacunas no pueden prevenir infecciones. Pero como hemos escrito, esa no es una razón para saltarse la vacunación ya que las vacunas sí funcionan para proteger contra las enfermedades, que es su principal propósito.
Y es falso afirmar que ninguna vacuna previene infecciones o que las vacunas no pueden detener la propagación de enfermedades. Algunas vacunas como aquellas contra el sarampión, la hepatitis A y el virus del papiloma humano, o VPH, pueden prevenir infecciones ya que provocan inmunidad esterilizante, que es cuando los anticuerpos se adhieren a un patógeno y lo eliminan antes de que tenga la oportunidad de entrar en las células y crear una infección.
Aun así, muchas otras vacunas que no pueden producir inmunidad esterilizante pueden reducir la propagación porque las personas vacunadas típicamente excretan menos virus, por ejemplo, por lo que son menos contagiosas.
Y de hecho, hay pruebas de que las vacunas contra el COVID-19 reducen infecciones y contagios, aunque no completamente. Por eso los funcionarios de salud pública recomiendan continuar tomando algunas precauciones, particularmente cuando los niveles de transmisión en la comunidad son altos, o si usted o los que le rodean son más vulnerables al COVID-19.
Por ejemplo, como resaltan los CDC en su informe científico sobre las vacunas, datos posteriores de algunos de los ensayos clínicos de vacunas y múltiples estudios sobre su efectividad real sugieren que la vacunación reduce infecciones asintomáticas.
Un estudio del Reino Unido, publicado en junio en el New England Journal of Medicine, encontró que la transmisión dentro de un domicilio era entre un 40% y un 50% menor entre personas vacunadas infectadas que entre personas infectadas no vacunadas. Más del 90% de las personas vacunadas en el estudio habían recibido solo una dosis de una vacuna de dos dosis.
Los CDC cambiaron recientemente sus directrices sobre el uso de mascarillas para los vacunados a la luz de la variante delta, basándose en parte en los hallazgos del brote de Provincetown que muestran que, en el momento del diagnóstico, las personas infectadas vacunadas y no vacunadas tenían cantidades similares de ARN viral.
Pero como hemos señalado, el ARN viral no es lo mismo que un virus infeccioso, y es poco probable que las personas vacunadas infectadas sean tan contagiosas como sus semejantes no vacunados. Incluso si lo fueran, las personas vacunadas todavía tendrían menos probabilidades de propagar el virus ya que es menos probable que se infecten en primer lugar.
A lo largo de su intervención, Stock también se centró en decir que “nadie puede hacer desaparecer este virus”, contrastando la situación con la de la viruela, que fue erradicada hace más de 40 años.
Pero esto no es noticia ni es relevante para el objetivo principal de la vacunación, que es controlar la pandemia actual con el menor número posible de vidas perdidas. Los científicos han sospechado durante un tiempo que el coronavirus, o SARS-CoV-2, no “desaparecerá” así como así, como escribimos en mayo de 2020.
Estudios muestran beneficios de la vacunación en personas con infección previa
Contrariamente a la afirmación de Stock de que las personas que se recuperaron del COVID-19 “no obtienen ningún beneficio de la vacunación”, los estudios muestran que las vacunas contra el COVID-19 proveen un aumento de inmunidad a aquellos que se han recuperado de una infección previa con el virus SARS-CoV-2.
Por ejemplo, un estudio realizado por investigadores del Reino Unido publicado el 10 de agosto en la publicación Science Translational Medicine halló que dos dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech en individuos previamente infectados aumentaron la respuesta inmune a variantes del coronavirus, incluidas las variantes beta y gamma. Los investigadores evaluaron muestras de sangre de 45 trabajadores de la salud que habían sido completamente vacunados, comparando un grupo que había tenido una infección previa con el nuevo coronavirus con un grupo que no tenía evidencia de una infección en el pasado.
Los autores señalaron que estudios anteriores habían encontrado que una sola dosis de una vacuna puede mejorar la respuesta inmunitaria de personas previamente infectadas. (Escribimos sobre esos estudios aquí). Pero esta investigación halló que la infección natural seguida de un régimen de dos dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech aumentó la concentración de anticuerpos y la neutralización de las variantes gamma y beta a un nivel comparable al del virus original.
“Nuestros datos proveen evidencia convincente de que la potencia y la amplitud de la neutralización aumenta aún más después de la segunda dosis de la vacuna, y este efecto es aún mayor si el receptor de la vacuna ha tenido una infección previa con SARS-CoV-2”, dijo el estudio.
En el video, Stock dijo que los estudios en su dispositivo de memoria “muestran que las personas que se han recuperado de la infección del COVID en realidad no obtienen ningún beneficio de la vacunación. Ninguna reducción de los síntomas, ninguna reducción de hospitalizaciones. Y sufren de 2 a 4 veces la tasa de efectos secundarios si son vacunados posteriormente”. No está claro a qué estudios se refiere Stock.
Un grupo llamado Hancock County Patriots (Patriotas del condado de Hancock) enumeró varios estudios en una publicación en línea sobre los comentarios de Stock. Entre los estudios, uno sería relevante para esta cuestión, pero no respalda la afirmación de Stock.
Ese estudio, publicado el 14 de julio en Cell Reports Medicine, evaluó a 254 pacientes con COVID-19 durante varios meses y descubrió que la mayoría generaron respuestas inmunitarias amplias al SARS-CoV-2 durante 250 días. Los investigadores, del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle y la Universidad Emory en Atlanta, no evaluaron el impacto de la vacunación en estos pacientes. Sí dijeron que los hallazgos sugirieron que las personas podrían generar una respuesta inmune rápida si fueran expuestos nuevamente al COVID-19 o se vacunaran.
Una versión inicial del estudio, publicado en abril antes de ser revisado por pares, incluyó esta frase: “Por lo tanto, es probable que los pacientes que se han recuperado del COVID-19 se defiendan mejor contra las variantes que las personas que no han sido infectadas pero que han sido vacunadas solamente con vacunas que generan proteínas pico”. Pero esa frase fue eliminada antes de que se publicara el artículo y el autor principal del estudio le dijo a PolitiFact.com que la frase había sido sacada de contexto.
Kristen Cohen, científica de rango superior en la División de Vacunas y Enfermedades Infecciosas del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, le dijo a PolitiFact.com que la frase fue una hipótesis, no una conclusión definitiva, en la sección de debate. “No teníamos la intención de argumentar que las personas infectadas no necesitan vacunarse o que sus respuestas inmunes son superiores”, dijo Cohen a PolitiFact.
Otro estudio en el que participaron Cohen y sus colegas del Centro Fred Hutchinson, publicado en Science el 25 de junio, halló que la vacunación puede “ofrecer un refuerzo valioso” a las respuestas inmunitarias contra variantes de virus de aquellos que habían sido previamente infectados.
Ese estudio analizó muestras de sangre de 15 individuos previamente infectados, tanto antes como después de una o dos dosis de las vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna, y analizó muestras de 13 individuos sin infecciones previas después de dos dosis de vacunas. El estudio encontró que una sola inyección proporcionó un refuerzo de inmunidad a los previamente infectados. “Nuestro estudio destaca la importancia de vacunar tanto a personas no infectadas como a personas previamente infectadas para producir anticuerpos neutralizantes para distintas variantes”, dijeron los autores.
Además, un estudio retrospectivo en condiciones reales de los CDC en Kentucky encontró que los residentes no vacunados que se infectaron con el coronavirus en 2020 tenían un riesgo 2,34 veces mayor de reinfectarse en mayo y junio de 2021, en comparación con aquellos que estaban totalmente vacunados. El estudio, publicado el 6 de agosto en el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad de los CDC, dijo que sugería que “entre las personas previamente infectadas, la vacunación completa se asocia con una menor probabilidad de reinfección y, a la inversa, no estar vacunado se asocia con una mayor probabilidad de reinfectarse”.
Los CDC señalaron que este era un estudio que abarcaba un solo estado, con un período de reinfección corto y que se necesitaba investigar más.
Es posible que Stock se refiriera a un estudio no publicado, que no ha sido revisado por pares, que siguió a empleados del Cleveland Clinic Health System durante cinco meses, comenzando el 16 de diciembre de 2020, el día en que comenzó la vacunación contra el COVID-19. El estudio encontró que ninguno de los 2.579 trabajadores previamente infectados contrajo COVID-19 de nuevo durante esos cinco meses. El único grupo que vio un aumento en las infecciones fue el de los no infectados previamente que seguían sin estar vacunados.
Estas observaciones llevaron a los autores a concluir: “Es poco probable que las personas que han tenido la infección del SARS-CoV-2 se beneficien de la vacuna contra el COVID-19, y las vacunas pueden priorizarse de manera segura para aquellos que no se han infectado antes”. Pero la Clínica Cleveland emitió un comunicado diciendo que recomendaba que todos los que sean elegibles para la vacuna la reciban.
El comunicado señaló que los investigadores no saben cuánto tiempo el sistema inmunitario protege contra la reinfección, que la población en el estudio era más joven y saludable que la población general y que se necesitaba investigar más.
Falta de evidencia sobre la vitamina D, ivermectina
Stock sugirió que un medicamento antiparasitario llamado ivermectina podría usarse junto con suplementos para tratar eficazmente el COVID-19, una afirmación similar a una que hemos abordado antes.
“Les puedo decir”, dijo Stock en el video, “habiendo tratado más de 15 pacientes con COVID-19, que al recargar activamente con vitamina D, ivermectina y zinc no hay una sola persona que se haya aproximado ni de cerca a un hospital”.
Pero los datos disponibles sobre la ivermectina no han demostrado beneficios en la reducción de la duración de los síntomas, la hospitalización o la mortalidad de los pacientes con COVID-19, nos dijo en un correo electrónico el Dr. David Boulware, especialista en enfermedades infecciosas en la Universidad de Minnesota.
Como hemos explicado antes, ni la Organización Mundial de la Salud ni los Institutos Nacionales de la Salud han recomendado el uso de ivermectina en el tratamiento del COVID-19, y Merck, que fabrica el medicamento, ha señalado de manera similar que no hay “evidencia significativa de actividad clínica o eficacia clínica en pacientes con la enfermedad del COVID-19”.
La ivermectina sí tiene propiedades antivirales y es uno de los pocos medicamentos reconvertidos que el NIH está estudiando para uso en pacientes con COVID-19. Pero hasta la fecha la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) no la ha aprobado para tratar ninguna infección viral.
La FDA, sin embargo, ha advertido contra el uso de la ivermectina veterinaria ya que hay pacientes que han sido hospitalizados después de tomar una versión del fármaco destinada a caballos, conforme aumenta el interés en esta como tratamiento contra el COVID-19.
Boulware también mencionó el comentario de Stock sobre la vitamina D y señaló que “los datos de observaciones tienen limitaciones”.
Es cierto que la vitamina D, que se asocia principalmente con la salud de los huesos, juega un papel en el sistema inmunológico. Pero eso no significa que sea una panacea contra el COVID-19, como hemos explicado antes.
“Tener el nivel de vitamina D bajo se asocia con malos resultados en COVID-19”, escribió Boulware. “La vitamina D también se asocia a malos resultados en enfermedades cardíacas, cáncer, infecciones y todo tipo de afecciones médicas. Desafortunadamente, suplementar con vitamina D no necesariamente revertir estos malos resultados. Pero la mayoría de las personas necesitan vitamina D en sus dietas, y es probable que tomar vitamina D en dosis normales sea beneficioso en general y es poco probable que sea dañina”.
Traducido por Elena de la Cruz.
Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.