A medida que se implementan nuevas actualizaciones de las vacunas contra el COVID-19, una encuesta reciente del Pew Research Center revela que un 60 % de los estadounidenses probablemente no recibirán una dosis actualizada.
Este dato refleja las preocupaciones persistentes sobre las vacunas y los desafíos para aumentar la cobertura en un país que, a pesar de contar con amplios recursos de salud pública, enfrenta profundas divisiones políticas, culturales y de confianza.
De acuerdo con la citada encuesta, sólo un 34 % de los adultos en EE. UU. han recibido un refuerzo en los últimos seis meses, mientras que un 33 % se considera “totalmente vacunado” sin refuerzos recientes. Además, un significativo 21 % de adultos aún no ha recibido ninguna vacuna contra el COVID-19, un dato que subraya la magnitud del rechazo o apatía hacia la vacunación, incluso, tres años después del inicio de la pandemia.
La edad desempeña un papel crucial: los mayores de 65 años tienen más probabilidades de estar actualizados con sus vacunas (53 %), mientras que sólo el 23 % de los adultos entre 18 y 29 años han recibido un refuerzo reciente. Las diferencias políticas también son marcadas: el 49 % de los demócratas reportan estar al día con sus vacunas, frente a sólo el 20 % de los republicanos, lo que refuerza la tendencia observada desde el inicio de la pandemia de que la vacunación se ha politizado intensamente en Estados Unidos.
El rechazo o la indiferencia hacia las vacunas de refuerzo reflejan múltiples preocupaciones. Por un lado, una mayoría significativa de los encuestados expresa dudas sobre la transparencia de los funcionarios de salud pública: el 56 % cree que no se les está contando toda la verdad sobre las vacunas y el 57 % teme que puedan surgir riesgos graves para la salud en el futuro. Además, un 55 % indica que la cantidad de información disponible sobre las vacunas es confusa y difícil de interpretar.
Aunque el 66 % de los estadounidenses reconoce que las vacunas han salvado millones de vidas, la percepción de su eficacia para limitar la propagación del virus sigue siendo motivo de debate. Según la encuesta, solo el 33 % de los adultos cree que las vacunas han sido extremadamente efectivas para este propósito.
Las percepciones sobre las vacunas también están profundamente influenciadas por la confianza en las instituciones de salud pública. Mientras que el 72 % de los demócratas califican positivamente la respuesta de los funcionarios de salud, sólo el 29 % de los republicanos comparte esta opinión.
Además, los estadounidenses muestran poco optimismo sobre la preparación del país para futuras emergencias de salud globales: sólo el 15 % confía plenamente en que el sistema de salud está listo para manejar otro evento de esta magnitud.
La renuencia hacia las vacunas actualizadas representa un desafío significativo para las autoridades sanitarias, especialmente frente al aumento de variantes del virus. Aunque la preocupación por variantes como ómicron ha disminuido, con sólo un 30 % de los estadounidenses expresando inquietud por contraer un caso grave de COVID-19, los niveles de vacunación estancados podrían limitar la efectividad de las estrategias de prevención a largo plazo.
Para superar estas barreras, expertos señalan la necesidad de mejorar la comunicación pública, abordar las preocupaciones sobre la seguridad de las vacunas y reforzar la confianza en las instituciones de salud pública. Con un panorama polarizado y un creciente escepticismo, el esfuerzo por incrementar las tasas de vacunación requerirá no sólo datos científicos sólidos, sino también estrategias que reconozcan y aborden las diversas perspectivas de los ciudadanos estadounidenses.