Redacción El Chicago Hispano
Meta, la compañía liderada por Mark Zuckerberg, ha anunciado su decisión de prescindir de los servicios de verificación de datos externos tras nueve años de colaboración. La medida, que ha generado controversia, parece ser mucho más que un simple cambio técnico: con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, la empresa tecnológica está haciendo ajustes estratégicos para evitar conflictos políticos en un entorno cada vez más polarizado.
El nuevo enfoque de Meta se basa en un sistema de “Community Notes”, similar al utilizado por X (antes Twitter). Este modelo permitirá a los usuarios añadir contexto a publicaciones potencialmente engañosas, en lugar de utilizar las advertencias que implementaban los fact-checkers.
Según Meta, los verificadores externos eran “lentos” y a menudo “censuraban contenido inofensivo”, lo que justificó la transición hacia un sistema más democrático. Sin embargo, críticos del cambio señalan que este tipo de plataformas no están exentas de problemas. Dar más poder a los usuarios en un espacio donde proliferan las teorías conspirativas podría resultar en una amplificación de la desinformación, en lugar de reducirla.
Mark Zuckerberg ha defendido la decisión como un paso hacia la descentralización de la moderación de contenido. En un comunicado reciente, explicó que “la comunidad es capaz de aportar perspectivas más amplias y diversas. No se trata de censura, sino de promover el diálogo y la transparencia”. Sin embargo, algunos analistas sugieren que esta narrativa es una forma de esquivar su papel como árbitro de la verdad, especialmente en un contexto político delicado.
El momento de esta decisión también ha levantado sospechas. Meta ha estado construyendo relaciones con figuras vinculadas al Partido Republicano. Dana White, presidente de UFC y aliado cercano de Trump, recientemente se unió a la junta directiva de Meta. Además, Joel Kaplan, vicepresidente de asuntos globales de la empresa, es conocido por sus conexiones con líderes conservadores. Esta alineación estratégica podría ser una señal de que Meta busca ganar terreno en un posible escenario político más favorable a la desregulación de plataformas tecnológicas.
Para algunos expertos, esto es una jugada calculada. Deshacerse de los fact-checkers, que en ocasiones enfurecieron a figuras políticas con sus advertencias, y reemplazarlos por un sistema impulsado por la “sabiduría de las masas”, puede ser un intento de Meta de esquivar futuras críticas por censura.
En definitiva, mientras Meta promociona este cambio como una apuesta por la democratización de la verificación, muchos ven en él un movimiento para adaptarse a los tiempos y evitar roces con los líderes políticos que podrían influir en la regulación de las redes sociales.