Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, la esperanza de vida entre los habitantes de la ciudad se redujo casi dos años, una de las peores caídas registradas, donde los residentes latinos y afros fueron los más afectados, según datos del Departamento de Salud Pública de Chicago (CDPH).
La esperanza de vida de los latinos se redujo en más de tres años, la disminución más significativa entre cualquier grupo racial o étnico, ya que desde el 2012 se ha reducido siete años. Mientras que la esperanza de vida de los afro-estadounidenses cayó por debajo de los 70 años, por primera vez en décadas.
Esto quiere decir que la brecha en la esperanza de vida entre los habitantes afros y blancos de Chicago es de 10 años, después de 8,8 años en 2017. Los afros ahora viven una década menos que los residentes blancos, en promedio, debido al empeoramiento de la esperanza de vida en general.
En tanto, los habitantes blancos de la ciudad registraron una reducción en su esperanza de vida de un año, mientras que los asiáticos redujeron su esperanza de vida en dos años también, precisan los datos difundidos por el CDPH.
Los habitantes de Chicago de 18 a 44 años han visto un aumento del 45 % en las tasas de mortalidad desde 2019, en comparación con el aumento del 30 % en la tasa de mortalidad de los habitantes de Chicago de 65 años o más.
La cantidad de personas que murieron a causa del COVID-19 desempeñó un papel importante en la reducción de la esperanza de vida, y el virus se convirtió en la segunda causa principal de muerte entre los habitantes de Chicago en 2020, indica la información.
La caída en la esperanza de vida se observó en casi todas las áreas de la ciudad y entre los residentes de todas las razas después de comenzar la pandemia, pero el COVID-19 no fue el único factor. La ciudad también vio morir a más residentes por homicidios, sobredosis y accidentes automovilísticos.
La agencia local destacó que el COVID-19 cobró un precio en la salud y el bienestar de los residentes de la ciudad, en particular entre afros y latinos, un impacto que tiene sus raíces en el racismo estructural, que mientras no se atienda nunca se podrá avanzar como ciudad.
Enfermedad crónica, incluido el cáncer, la diabetes y las enfermedades del corazón; homicidio; mortalidad infantil; VIH; gripe y otras infecciones; y la sobredosis de opiáceos están impulsando la brecha en la esperanza de vida entre los habitantes de Chicago de diferentes razas, agregó.
Esos problemas están “arraigados en los desafíos diarios que enfrentan muchos habitantes de Chicago”, y desafíos que se vieron exacerbados por la pandemia, como la falta de acceso a alimentos saludables y viviendas estables, dijo en un comunicado la comisionada de salud, Dra. Allison Arwady.
“La brecha en la esperanza de vida no se trata solo de las causas que aparecen en el certificado de defunción con mayor frecuencia, sino de lo que impulsa esas causas”, advirtió. “No existe una cura milagrosa, ningún atajo para cerrar esa brecha. Hay que transformar las condiciones en las que vive la gente”.