Tomar unas vacaciones en la playa es la mejor solución que se nos ocurre cuando las emociones negativas saturan nuestra vida y queremos relajarnos encontrando algo de paz y diversión. No siempre se puede, y en estos tiempos de pandemia la idea además implica riesgos e incomodidades para viajar.
Un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Michigan nos ofrece una solución más cercana, rápida, económica, efectiva y sobre todo científica para aliviar las presiones emocionales, que está pintada de azul.
Los resultados de la investigación revelan que vivir en un lugar donde tienes la oportunidad de ver muchos espacios azules, de color natural como una masa de agua, conduce a niveles más bajos de “angustia psicológica”.
Según una de las coautoras, Amber Pearson, la razón es que el cerebro puede procesar mejor los fondos naturales, lo que “reduce los estímulos sensoriales y promueve la relajación mental, que es parte del propósito de los viajes y las vacaciones”.
El estudio se realizó en la ciudad de Wellington, Nueva Zelanda, y analizó la correlación entre ver o no el mar y los registros de salud del país. Incluso tomó en cuenta otros factores como la edad, el sexo y la riqueza. La conclusión fue que vivir junto al mar mejora la salud mental de las personas.
Los científicos encontraron que quienes buscan “espacios verdes” como parques o campos de recreación no reciben el mismo impulso de salud mental. Así que contemplar el mar, el lago cercano, o simplemente un cielo despejado puede traer a tu vida esa serenidad y equilibrio que requieres.
La investigación no examinó los efectos concretos de períodos de tiempo más cortos cerca del agua, pero comprobó la relación de la inmensidad del color azul en espacios naturales y la salud mental.
En sus conclusiones se establece que hay más investigaciones por hacer para confirmar si además de la vista otros sentidos entran en juego (como escuchar el ritmo de las olas) con respecto a los efectos curativos de un cuerpo de agua. NN